martes, 18 de agosto de 2015

¿Una prota con carácter... o una choni con ínfulas?

Poco me gusta la contemporánea, y uno de los motivos son los arquetipos de personaje femenino que se han puesto de moda en este género; a saber:

  1. La tonta rematada que se deja ningunear, excusando los arrebatos neandertales del protagonista masculino de turno, con un «eso es que me quiere». No comprendo que gusten tanto este tipo de historias que muestran una relación tóxica cien por cien, aunque no me compete juzgar a quienes las leen. Para gustos, colores, que tanto se dice hoy en día, pero a mí no me veréis leyendo (o escribiendo) este tipo de historias en que la mujer se convierte en un cero a la izquierda. (No incluyo en esta categoría las historias bdsm, que eso es otro cantar).
  2. Las historias en que las protagonistas femeninas parecen un tío disfrazado: escupen, sueltan tacos a diestro y siniestro, y se rascan el coño en público. Un comportamiento totalmente masculino,  típico del «Manolo» subido en el andamio, y que se confunde con ser «una mujer con carácter».

Pues no, para mí, una mujer con carácter no es eso. Eso es ser una choni (para las que no tengáis idea de qué es, os remito al programa de televisión Mujeres y Hombres y Viceversa. Está plagado de ellas).

Una protagonista con carácter, es aquella que no se deja pisotear; la que defiende sus ideas y no se arredra cuando se topa con el «macho man» de turno (léase protagonista masculino guapo-que-te-cagas, moja bragas, que arrolla todo a su paso); la que no se comporta con histerismos ni empieza a chillar como una loca en dos de cada tres diálogos. Para mí, una protagonista con carácter es una mujer decidida, valiente, capaz de cualquier cosa por defender y proteger a los que ama. Es una mujer que, a pesar de su vulnerabilidad, es capaz de hacer de tripas, corazón, y no lo perdona todo.

Hay pocas protagonistas así en la contemporánea actual, mujeres guerreras de verdad, que no adoptan el típico comportamiento masculino para hacer que las respeten. O por lo menos, eso es lo que me parece, porque he curioseado varias de las novedades que rondan por ahí (Kindle Unlimited va de perlas para eso; o, en su defecto, Amazon te permite descargarte las primeras páginas para poder echarles un vistazo), y se me han puesto los pelos de punta.

Por suerte para mí, tengo tres excepciones que nunca me defraudan: Noelia Amarillo, Olivia Ardey y, recién sumada a esta menguada lista, Kattie Black (nadie se atrevería a decir que Alexandra, la protagonista de la saga Indomable,  es una choni, o que se deja ningunear).

Cuando creo a mis protagonistas femeninas, tengo especial cuidado para que no se conviertan en ninguna de las dos clases, y creo que hasta ahora, lo he conseguido. Los rasgos que todas ellas comparten son varios: la fortaleza de hacer lo que creen correcto, a pesar que puedan salir mal paradas; la decisión de proteger a los que aman, aunque puedan acabar heridas en el proceso; la valentía que nace del corazón, y que las lleva a ponerse en peligro a pesar del miedo; pueden ser cabezotas, pero escuchan a los demás; da igual si son sumisas, o guerreras, son capaces de perdonar, pero no todo, ni a cualquier precio.

Por ejemplo, Akeru, la protagonista de Desde el amanecer, es una guerrera al cien por cien: decidida, cabezota, valiente, capaz de liarse a hostias si las circunstancias lo requieren. Pero en ningún momento se comporta como una histérica, ni suelta tacos a diestro y siniestro (aunque alguno sí deja ir, pero no es la tónica general). 

Kisha (protagonista de La esclava Kisha), en cambio, es una sumisa, dulce, apocada, tranquila; una mujer de las que denominamos «mosquitas muertas», pero es capaz de arriesgar su vida para proteger al hombre que ama. En su interior esconde una fiereza digna de cualquier leona, que se traduce en la resistencia que opone cuando es torturada. No le falla a Kayen, su amor, aunque cualquiera justificaría que llegara a hacerlo después de la paliza que recibe.

Rura es todo lo contrario a Kisha: altiva, orgullosa, rencorosa, vanidosa. Y un montón de «osas» más. Pero en su novela, La princesa sometida, descubrimos su lado más vulnerable, las circunstancias que la han convertido en lo que es. Es una mujer que ha sobrevivido a un pasado muy duro, y que tiene el valor de ir deshaciéndose de todos los traumas que la han llevado a ser la amargada que es.

Harriet, La viuda alegre, es especial en muchos sentidos. El cambio que produjo en ella la muerte de su marido, la convirtió en una mujer desinhibida, muy sensual y sexual; y con una terquedad a prueba de bombas, que la lleva a convencerse que sacrificarse por el honor del hombre que ama, es algo aceptable.

Todas son mujeres distintas, con carácteres marcadamente diferentes, pero todas tienen en común los rasgos que enumeré antes.

Y Enola, la protagonista de El espía encadenado, no es diferente en este sentido. 

Da igual si la novela es contemporánea, histórica, de fantasía o paranormal, el tratamiento a nuestros personajes femeninos no tiene por qué variar, no en su base. Podemos conseguir mujeres fuertes y decididas, sin necesidad de obligarlas a comportarse como auténticas chonis barriobajeras. Usemos el sentido común, y no nos dejemos llevar por el camino fácil: soltar tacos en dos de cada tres frases, no es ser fuerte. Es ser una maleducada. Y lo dice alguien que, cuando habla, no le importa soltarlos si es necesario (si me seguís en facebook, eso ya lo tenéis muy claro).

7 comentarios:

  1. Amén! Ya llevo tiempo diciéndolo. Cada vez hay más chonis en las novelas románticas. Menos mal que aún quedan muchas escritoras con buen gusto al construir a sus personajes. Felicidades por el post.

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    1. Será influencia de GH y de MYHYV jajajajajaja
      Gracias por comentar.

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  2. Lo que daría yo por saber qué has leído para que hayas tenido la necesidad imperiosa de marcarte esta entrada... ;) Me gusta, estoy muy de acuerdo en muchas cosas, y entiendo que encontrar el equilibrio perfecto igual no es fácil, pero desde luego sería cuestión de intentarlo, porque de ello depende en muchas ocasiones, invertir parte de nuestro valioso tiempo en darle oportunidad a una historia, o psar de ella por completo. Sólo te he leído "La viuda alegre", que es la que se adapta más a mi rollo, y me encantó tanto que me la compré en papel, así que, por lo que respecta a mí, doy fe de lo que dices sobre ella.

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    1. Por lo que parece, de contemporánea he leído poco y malo jajajaja
      Gracias por comentar.

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  3. Muchísimas gracias, compañera de boli y teclado. Formar parte de tu escueta lista es un honor. Y bueno... Si en la vida real no aguanto a las pavas y de las gallitas, mucho menos en los libros. Importante también que destaques lo de ser comedidos a la hora de escribir: no es lo mismo escuchar un taco que leerlo, por el ojo entra muy mal.

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